Te observo, te contemplo una y otra vez y cada vez.
Siento una hermosa sensación de no poder amarte más... que ésta vez, que otra vez, que cada vez.
Sin querer quererte, comencé a perderme en esos ojos verdes como las aceitunas, profundos como el miedo que me invadía al sentirme vulnerable ante esa mirada.
Siento que nada más quiero, que todo lo que sos me satisface... que quiero besar tu mano hasta dormirme por siempre y que el maldito tiempo se desvanezca cada vez que te haga el amor.