Luego de un placentero baño, envuelvo mi cuerpo con una toalla color blanca. Desempaño el espejo para así poder verme.
Esa soy yo, estoy allí. Pero no siento que sea yo en ese momento. Comienzo a observar cada detalle de mi rostro y mi pecho sin soltar la toalla. Es entonces cuando paso mi dedo índice por mi pecho y mi corazón bombea sangre más rápido que antes. Observo el movimiento...
A mitad del recorrido, siento la sensación de mi dedo tocándome, y de mi ojo derecho cae una lágrima. Es entonces cuando escribí...
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